
PSICODIAGNÓSTICO Y ABUSO SEXUAL INFANTIL
FRANCISCO GONZÁLEZ
Tal como indican algunos autores, el proceso psicodiagnóstico tradicionalmente se ha visto como una respuesta a un pedido que tiene las características de una demanda que hay que satisfacer (Ocampo y García, en Siquier, García y Grassano, 1987). Según el contexto en el que se lleve a cabo el proceso psicodiagnóstico podrá ser de mayor o menor duración.
El objetivo principal será contar con una descripción y comprensión lo más exhaustiva posible de la personalidad del sujeto o del colectivo atendido (ej. familia), en el que se pone especial hincapié en dilucidar la sintomatología presentada por el paciente.
El proceso psicodiagnóstico englobaría aspectos del pasado (con el fin de averiguar la etiología), del presente (diagnóstico) y del futuro (pronóstico), pudiendo emplear para ello distintas técnicas. Entre dichas técnicas se pueden destacar algunas tales como la entrevista, la hora de juego diagnóstica, pruebas proyectivas gráficas, test desiderativo, test aperceptivo, test de Rorschach, entre otras. Así, la conducta, los gráficos o el juego son de vital importancia, puesto que nos aportarán información del inconsciente del niño.
Una buena labor diagnóstica resulta imprescindible en los casos de abuso sexual, dado que, tal y como informan Kuitca, Berezin y Felbarg (2011), cuando no se hace el diagnóstico de las patologías vinculares puede ocurrir que el riesgo abusivo siga existiendo, actuado por otro miembro de la unidad familiar, como revictimización o, en palabras de Massud Khan (miembro del grupo de psicoanalistas independientes de Gran Bretaña), en forma de Trauma Acumulativo. El trauma acumulativo se puede definir como la “repetición de eventos reales y desfavorables en la historia vincular del niño, los cuales tienen efectos acumulativos que llegan a ser traumáticos porque sobrepasan totalmente la capacidad de absorción y reacción del individuo y afectan a su desarrollo evolutivo de manera claramente adversa” (Khan, 1963, en Marrone, 2001, p.344).
Esta revictimización también puede manifestarse como maltrato emocional a través de la culpabilización o el reproche.
Toda situación de maltrato suele conllevar implicaciones traumáticas para quien lo ha sufrido. Tal trauma deberá ser elaborado ya que, de no elaborarse, tal situación tenderá a repetirse, pues la historia pasada la encontraremos en el presente, seguirá viva, perdurando hasta la actualidad, incorporándose en la vida cotidiana en forma de síntoma o en el modo en el que el sujeto se relaciona. Puede repetirse a nivel cognitivo, a través de los pensamientos o los sueños o a nivel conductual, repitiendo los mismos patrones de conducta.
El abordaje terapéutico tras un adecuado psicodiagnóstico puede ofrecer un espacio en el que el niño pueda elaborar sus experiencias pasadas y así, poder llevar un proyecto de vida satisfactorio en el futuro.
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